A menudo acostumbro a las máscaras,
Al maquillaje,
Mirarte bonito, sonreír y callar,
En las calles, o en las esquinas,
Deambular en las noches y pasar desapersibido, ante centinelas, brujas y cualquiera que por ahí se cruce,
Esto lo he repetido por el resto de mi vida, una y otra vez, como un retorno fluido que cada vez me muestra más la verdadera cara de la moneda,
De vez en cuando,
Un faro de luz al fondo del precipicio,
De vez en cuando, caminar en laberintos de ciudades donde te vuelves edad y tiempo,
Te consumes en el fuego ardiente,
Solo pesadillas que te devuelven siempre al mismo espejo,
Ahí donde solo habitas tú, sin máscaras.