Vengo de abajo, de la sima del fracaso.
Salpicado con los líquidos de la desesperanza.
¿Qué puedo perder ya? Dime tú.
¿Qué es lo que me queda?
En las próximas batallas ya puedo reír a gusto, sin miedo.
Si nada porto, nada suelto.
Noto mi paciencia multiplicada, veo nuevas franjas de futuro.
Hay un hueco repleto de caminos invisibles.
Mil puertas y ventanas abiertas.
Los parterres se agitan por semillas, las bocas ya pueden hablar.