Constantemente observo rostros vacíos dibujando mi paisaje, como si de actores de relleno en una escena principal se tratara.
Puedo jurar que incluso los propios fantasmas del pasado, cruzando por el rabillo del ojo, son menos evidentes.
Me encuentro justo acá, vagando entre callejones oscuros y lúgubres, esquivando con precisión aquellos charcos uniendo baldosas.
No confío en la idea de que la situación mejore; ni pretendiendo encontrar rostros llamativos y mucho menos creyendo que esta pesada soledad podría derribarla alguno de ellos.