He seguido tus pasos
a través de la niebla,
y escuché tus pisadas
caminar por la acera.
Yo seguía tu rumbo
que vagaba sin fuerza,
por un mundo vendido
y rendido a la tierra.
A las almas sin nombre
que no tienen vergüenza,
que se ríen de todos
y reparten miserias.
Y yo vi que lloraban
esos ojos canela,
que tu cara ofrecía
con dolor y con pena.
Eras rea en un mundo
que marchaba a la vera
de ambición y egoísmos,
de otras almas pequeñas.
Pero tú, espectador,
de mirada despierta,
escribías un nombre
sin palabras y letras.
Y era a ti, soñadora,
y muy fiel compañera,
la princesa del cuento
y del verso y poema.
Tras de ti van mis pasos,
y te siguen y dejan
que camines sin rumbo
y que vivas despierta.
Soñadora de día
y en la niebla, coqueta,
yo persigo tus pasos
con fervor e inocencia.
Rafael Sánchez Ortega ©
18/03/24