Si por amarte me muero de pena,
solo, triste y vacío;
con tu presencia ¡oh, mi bella Azucena,
moriría mi hastío!
Si por quererte se acorta mi tiempo
(los días y las horas)
Y, aun así, de mí nunca te enamoras,
moriría por ti sin contratiempo
y también... ¡Sin demoras!
Si me asiera la noche
sonámbulo y soñando con un beso;
que vuelvo a ver tu cuerpo de regreso,
no habría en mí reproche
aunque siempre negaras ese beso.
Te quiero y yo te pienso cada día;
te quiero y te deseo en mi regazo
¡Vida mía, alma mía,
deseo que mi abrazo,
se funda en una hermosa sinfonía!