Es como el eco distante de un estruendo lejano
que resuena en medio del silencio,
despojando intenciones y desacelerando,
acercando su luz, sin entender de razones.
Irrumpe en la penumbra de la conciencia,
es un llamado del universo, un recordatorio.
Se dibuja en la eternidad de los instantes
y en la promiscuidad de las intenciones.
Son la metáfora de esa fuerza incontrolable
que sacude los cimientos de la rutina,
que abre el candado de las puertas de la percepción,
los secretos más íntimos del alma, los misterios del placer.
El enigma más buscado que se intenta descifrar
en el eco del estruendo, en la calma del silencio,
despojando intenciones y desacelerando,
acercando su luz, o por lo menos intentando.