Irina, si mis ojos sueñan,
Irina a mis sentidos frena.
Risueña su risiña quema
y calma la ira de mis venas
Irina, con su piel de cobre,
Irina contra mis entrañas,
desentraña y calcina mis mañas,
artimañas que su voz recobre.
Irina, dime cuántos besos
podrán proclamar la armonía
de las sonrisas cardiacas, tardías,
que no supimos dar.
Irina, dime cuántos sueños,
miradas lascivas sufría el mar
que en su lujuria asfixiaba a la pena
y ahogó mi pesar.
Irina corroe por mis venas,
aniquila mis pobres anhelos,
de su amor brotan las azucenas
que yo marchité por creer en juegos.
Irina, estrella de mi infierno,
ira mía que sucumbe al fuego,
suspira al marcharse por su ego,
reina mía implora su remiendo.
Irina, dime si estas iras
podrán recordar la amargura
que una vez sentí en la ternura
de otra amistad.
Irina, dime entre sonrisas
si arrebatarán la alegría
o si nada nos separaría
en la eternidad.