NO CULPO SOLO YO.
Era largo y blondo su pelo,
cual sueño que deja el desvelo
y era frágil su esbelta cintura,
como abstinencia y deseo.
Encumbrado era su pectoral,
simétrico al epílogo de su dorsal
y anchas sus gráciles caderas,
sin sortilegios o quimeras.
Hechizante su fresca sonrisa
y sus labios de púrpura carmín,
que hacían del beso premisa,
como una ambrosía sin fin.
Cuanto extasío en su mirar,
claro, firme… Inquisidor,
cual águila al acechar,
presas a su alrededor.
Su piel era tersa,
con textura de fresa
y de frente o reversa,
angelical su belleza.
Sublime pecado fue verla
o desearla de improviso…
Más si no la hubiera visto.
… ¿Cómo podría creerla?
Y no culpo solo yo:
También…
El Creador que la hizo.
Autor: Víctor A. Arana.
(VÍCTOR SANTA ROSA)
Marzo 11 del 2021.