Ayer cuando las doce dieron
las campanas de la iglesia,
piedra se hizo el corazón
y negra mi sangre bermeja.
Renglones torcidos fueron
las palabras de mi amnesia,
grito de la sinrazón,
herida en el alma abierta.
En mi soledad surgieron
los llantos de mi conciencia,
rogué al cielo su perdón
y cumplir su penitencia,
Los besos perdones fueron,
la palabra confidencia,
el amor se hizo explosión
en la triste residencia.
Hoy cuando las doce dieron
campanas en las almenas,
fiesta se hizo el corazón,
roja la sangre en las venas.