Nunca encontré esa mujer
que tanto amé,
con la que soñé
cada noche y cada amanecer.
Sus ojos eran como el mar,
profundos y misteriosos,
y su sonrisa iluminaba
hasta el día más nublado.
Su cabello era como la seda,
suave y brillante,
y su voz era como una melodía,
que me llenaba de paz y alegría.
Pero nunca la encontré,
solo la soñé,
y ahora solo me queda
el recuerdo de su amor.
Un amor que nunca se apagará,
un amor que siempre vivirá
en mi corazón.