Hijos, les robaron el oficio de ser hijos,
pero nada desapareció.
Sobrevolaron el camino perdido
y se convirtieron en madres y
padres de nuestro amor.
Descubrieron cómo derrotar
la muerte: nacer en ella,
en cada pregunta sin
respuesta, las direcciones
borradas de los mapas,
las fotos con una mirada
presa, los gritos que estallan
en las gargantas.
Aquel último día pasó
hace mucho tiempo,
pero recordarlos/recordarnos
en ustedes nos susurra que
aún nos queda madera para
alimentar los sueños.
Nos piden remontar
nuestra noche hasta
amanecer en nuestro día
y sustituir el sol que
proyecta nuestra sombra
por el que nos
abraza con la vida.