Ella cautivó mi desventura;
volé sobre un cielo rosado;
me sumergí en mar rebosado
de flores de mieles y dulzura.
De amores nuevos de frescura,
como manantial transparente;
las aguas puras de mi mente,
confusas en elixir de locura.
El tiempo viro su recorrido,
con ímpetu desmesurado;
la fémina que había amado,
presente, me tiró al olvido.
Miedos perennes para expresar,
lo que el corazón adora,
la mirada dulce que devora
lo que la mente quiera mirar.