La conocí una tarde
bajo el sol de primavera,
su mirada enamorada
me robó la cabellera.
Sus labios rojos como rosas,
su risa dulce y sincera,
cada palabra era una prosa
que en mi corazón se quedaba.
La conocí una tarde
y desde entonces no la olvido,
su presencia es como un arte
que en mi alma ha florecido.
Nos perdimos en el tiempo,
en un juego de pasión,
cada beso, cada aliento,
era pura devoción.
La conocí una tarde
y en mis sueños sigue viva,
como un rayo de esperanza
que en mi vida se convierte en brisa.
Nunca olvidaré esa tarde
donde el amor se hizo poesía,
donde su piel se convirtió en arte
y en mi corazón se quedó para toda la vida.
“Serl “