Vaya manera de quererte sacar de mi pecho,
Describirte en versos llenos de mitomanía,
Pidiéndote que vengas aquí en mi lecho,
Y pueda decirte que te quiero mucho, todavía.
Vaya manera de caer y rendirte pleitesía,
Buscándote en la esquina de la tempestad,
Haciéndole un altar a mi eterna cobardía,
Y eligiendo como verdugo a mi soledad.
No hay noche que no te extrañe y te maldiga,
Tu nombre se ahoga en las mañanas frías,
Muerdo mi boca para que no les diga
Que tus labios me faltan para hacer poesía.
No tengo nada que dar, mi alma ya no es mía,
Como para pedirle al de arriba el intercambio:
Que sepas que en esta vida tanto te quería,
Y me leas, por fin, antes de que muera el día.