Por la senda iba un día, vagabundo
y un cisne ví, el infeliz graznaba
con las alas rotas, herido estaba
en un charco impío, el moribundo.
Fino era como cabello de diosa
su asonante llanto agitaba el viento
perdonarle, decidí, aquel tormento
y el cuello le torcí, así es la cosa.