Vuela un círculo extravagante, como el pájaro color humo que incendia sus alas para ascender
Orbita sobre las muertas terrazas de la metrópoli. Sus mil ojos reflejan aquello que no debe nombrarse. Sin furia late en deseos bajo piel y al contacto de anónimas palmas sufre dureza.
Una pálida vibra abunda por los confines donde no llegan los vigías y los fantasmas visten feroces plumas