En una tarde lluviosa de verano
a la orilla de un río nos encontramos
y allí nuestras miradas se cruzaron
y como sortilegio, se prendaron nuestras almas.
Desde entonces tú me has hecho sentir,
que estoy viviendo un mundo nuevo
porque poseo la dicha, que nunca
había tenido y me parece un sueño
todo lo que ahoa estoy viviendo
porque llegué a creer, que para
amar, no había nacido.
Es que con tanto amor, tu me has
hecho sentir, que mi vida es un
ensueño en cada amanecer donde
el cantar del río se transforma,
en una hermosa melodía y la
lluvia es un concierto sus gotas al caer.
Yo me siento felíz de saberte conmigo
y saber que tu eres la luz en mi vivir
y deseo que nunca las tinieblas,
empañen nuestras vidas, para que
sea eterna la dicha en mi existir.