En el mundo de la poesía
no pueden faltar
ni las musas ni los poetas,
ni los poemas
y lo que es más que seguro
sin lectores hablaríamos
de un muy distinguido funeral.
Desde que nos levantamos
hasta la hora de irnos a acostar
se ven poesías
por todos los rincones
por los que podemos pasar,
somos víctimas de su embrujo
y sus efectos a la vista están.
Muele poesías un molino
cuando su noria
deja el agua pasar,
para que ésta corra feliz
y nunca más venga a regresar.
Todo es poesía
cuando hablamos del mar,
con ese encanto particular
de quienes se hacen amigos
y en todo se suelen acompañar.
Hay poesía
en el agradable trinar
de los gorriones.
Cantan al amor que viene
y lloran al amor
cuando este se va.
La poesía nos llena
de lo cotidiano,
nos asoma a lo que somos
de verdad,
y si la miramos
cara a cara
sin parpadear
nos puede llegar a enamorar.
Tanto hay de vida
en la poesía
que sin ella los poetas
podríamos naufragar,
yo conozco de una isla
en que la poesía
que en ella recala
ya nunca más
vuelve a navegar.
Sin la poesía seríamos
huérfanos de verdad,
a expensas de quién
nos quisiera adoptar.
Por los abismos
de nuestra inteligencia
circulan las palabras
a mucha velocidad,
solo aquellas que suenan
con un sonido particular
serán de los poemas
la comida que los alimentará.
Una infinidad de poetas
suelen abanderar
aquellas causas
que se parapetan
bajo el paradigma
de la solidaridad.
La paz surgiendo
de nuestros versos
y con la paz
que ninguna guerra más
se venga a declarar.
Si todo esto se consigue
habrá que pensar
que realmente la poesía
ha ocupado su lugar,
para que los versos
con su saber trabajen
por el bien de la humanidad.