Un temor en aquel sueño.
Una lagrima en aquel recuerdo.
Un suspiro al cavilar: ¡que, no puedo!
Una mueca al retirar la cortina.
Ya en la ventana y acaso veo
el reflejo, su desnudo cuerpo y leo,
su quietud, destellos en mis músculos,
contracción en su diafragma, me inspira
La melodía rodea su sustancia,
placer y espanto me inhalan,
seductor placer infinito, en la
zalamera caricia, regusto salado
El canto del miedo emerge
cuando creo perderla y, algo
me recita que se irá para
siempre; soledad, solo queda
Y vuelvo a su lado y saboreo
cada instante de su materia,
cada suspiro de ardiente hado,
galerna en el abisal albedrío
Despertaba con mis besos,
me respondía entre sus abrazos,
así, al unísono licuados, presagiábamos
amor derramándose, entre sábanas
Éxtasis embriagador nos suturaba,
regozantes en cada resquicio,
en etérea exaltación inagotable;
una vez más … ¡aprensión insiste!
Meses más tarde, dispersos, distantes,
circundando la galaxia de la pasión,
juradas lejanas y remotas promesas,
notando su ardiente ternura; la lejanía
¡Así moldeábamos, nuestra mitología!