Querida amiga, compañera de mi alma,
tus huellas quedaron marcadas en mi calma.
A través de los años, juntos caminamos,
y en cada paso nuestros lazos fortificamos.
En días soleados y en noches oscuras,
tus latidos eran música y tus ladridos ternura.
Juntos enfrentamos la vida con sus altos y sus bajos
tú fuiste mi consuelo, mi refugio, mi abrazo.
Tu lealtad incondicional y tu amor sin medida,
en mi corazón siempre habrá una eterna despedida.
Cada ladrido y cada mirada serán un vínculo sin fin,
en este mundo injusto, tú fuiste mi único confín.
Ahora que te has ido, tu recuerdo permanece,
en cada rincón de mi ser, tu presencia se teje.
Aunque ya no estés físicamente a mi lado,
en mi corazón, tu amor sincero ha quedado grabado.
Las lágrimas que derramo son testigos de mi dolor,
pero también son un tributo a tu alegría y tu color.
Hasta entonces, sigue corriendo libre en los campos celestiales,
mi querida amiga, siempre vivirás en mis ideales.
Querida amiga, en estas palabras te honro,
porque fuiste más que una mascota, fuiste mi tesoro.
Descansa y sé feliz en los campos del cielo,
siempre serás mi compañera, ¡Mi dulce caramelo!