Debo la vida a mi padre
el me la dio, trozo a trozo
montó mi cuerpo con otros
y a mis venas, dio su sangre
formó mi cara a pedazos,
cosiéndolos uno a uno
y le dio forma a mis brazos,
uniendo trozos de carne.
Mis piernas no son iguales
una es mas corta que otra,
y en la espalda se me notan
cicatrices y señales.
Mis ojos, de un asesino
las uñas de un condenado,
de un ladrón, son mis oídos
y de un borracho, mis manos.
Debo la vida a mi padre
nací un día, de repente
desperté con la corriente,
sentí la vida en mi carne
pero no debes temerme.
Mi aspecto no es delicado
y mi olor es algo fuerte,
he nacido de la muerte
con desechos olvidados,
el consejo que me han dado
que me esconda de la gente.
Usaron para mi cuerpo
restos de seres malvados,
mi corazón y mi mente
de un buen hombre los usaron
por eso Dios me ha creado,
aunque nací de la muerte.
Ahora ya me conoces
y así me muestro y me veis,
me pusieron como nombre
el hijo de Frankenstein,
pero soy hijo de un hombre.
No es esta vida un secreto
ni tan extraña tampoco,
hay monstruos con buen aspecto
que dan mas miedo que otros,
yo nací de muchos trozos
y vivo con este cuerpo.
Es de noche que me muevo
y me escondo tras las puertas,
mis heridas son abiertas
pero no sangran, no puedo
llevo empalmes en las venas.
Soy parte hombre, parte ogro
y con aspecto macabro,
tengo el cuerpo remendado
con varias partes de otros
así, es como me han creado.
Y ahora que ya lo sabes
no temas, no te haré daño
mi corazón, mi cerebro
eran de un hombre bueno,
los demás trozos del cuerpo
no debes hacerles caso.