La luna se ha tomado a rajatabla su dieta y como siga menguando se va a quedar en la raspa. A las 23:02 estaba prevista hoy su salida y la espera se me ha hecho eterna. A las 23:02 habrán calculado los astrónomos que saldría la luna por un horizonte plano como el del mar. Aquí tenemos esa suerte porque el Mediterráneo nos pilla orientado a oriente y ver a una mar en calma parir a la luna llena es para mí una de las experiencias más sobrecogedoras. Tenerla al frente con medio cuerpo fuera mientras va derramando sobre la vandeja salada un sendero placentero (no de placer, sino de placenta), es una sensación más propia de la hipnosis que del más acá. Aunque me encuentro cerca del mar, entre la costa y yo hay un promontorio, y en lugar de salir a las 23:02, a mí me ha salido unos 5 minutos más tarde, el tiempo que ha tardado en escalar el promontorio para deleitarme con su brillo. 5 minutos de espera que se me han hecho eternos. Por un momento creí que se había olvidado nuestra cita.