En el último momento,
un solo bar, y sólo con mis ganas
con la mirada perdida
en el lienzo de la tortura
llamada soledad.
Si es lo que me pides
voy y lo hago,
mi tequila sabe dulce
y suena tu música en frances,
retiraron el piano de cola y,
las sillas no saben de letras,
más mi cuerpo dibuja su ciencia
en el taburete del desengaño.
El cubito de hielo me mira olvidándome
y escribo en un papel mojado,
suenan las últimas risas de la noche
escarbando en las sienes desiertas.
Como me inspiran los martes
que no son de nadie y presumen de trece.
Hasta aquí llegó la poesia que gusta
la que recibe aplausos del que lee,
la de mi ignorancia pasando de largo
en alevoso arrebato de ignominia.
Tú,deberias entenderme
y yo aceptar que no soy entendible
por quedarme con las ganas de mascar el hielo,
porque en verdad
nada de lo que escribí fue cierto
excepto el sabor del tequila
que venia de tu boca.