Remolino afiebrado de vanidad y semen.
Desenfreno cobarde y raíces que se incendian.
Necesito descansar mecido por las constelaciones.
Extasiarme con simpleza en la bella majestad
de un colibrí.
El elixir insustituible
de un vino dulce y rojo.
De una mujer amable
que conecta con mis cicatrices.
Necesito la inocente transparencia
de un niño que se ríe.
La voluntad del cielo
para fortalecerme los motivos.
Los jardines amarillos de Van Gogh.
Las dimensiones celestes de la música de Bach.
El aroma inolvidable de mi abuela María Inés.
Una paz de montaña en horizontes detenidos.
Una pasión total de llamaradas y explosiones.
Lo vivo, lo que permanece.