Espectante,
como si la mujer que espero
fuera mujer,
al borde de un delirio,
enclaustrado
en el recuerdo de sus piernas.
Perdido poco a poco
en el futuro
cercano pero incierto,
en el momento
en que mis labios se abren
para llamarla por su nombre.
Desgajado
el corazón latiendo,
los besos amargos,
los requerimientos.
Entre pieza y pieza
del minuto
desespero,
espero,
venero,
acelero,
muero.
Pongo un punto suspensivo
en vez de tilde,
me juego la vida
entre las comas,
y deshonro
sus lenguajes.
Al llegar la toco
como si su cuerpo sagrado
fuera un pacto firmado con mi sangre
y me desangro
y la suspiro,
la respiro,
la olvido por las mañanas.