Asklepios

Tu silente poema

Tu silente poema, es el que más adoro.

Mi alma, me permitirá recordarlo si ya no estás,

y me provocarás sonetos sombríos;

secretos de mi nostalgia por tu aliento,

donde nunca nada termina.

Aunque jamás lo confiese, no dejaré

de pasar por aquí, por este perdón en delirio,

desnudo… mientras se me va la vida, donde,

¡seguro!, en algún espejo se esconderá todo:

la vida, la memoria, los conjuros… y se cerrarán,

¡por fin!, los ojos de éste, hoy amor sincero,

anclado en un corazón destrozado. Eso sí.

Siempre que tú quieras que  así sea.

Entonces, ¿qué importa que yo quisiera perderte,

si tan sólo eres la mujer que fuiste, mientras

busco un segundo paraíso, por mucho

que continúes siendo mi constante sed?

Es mi deber, es mi obligación, soltarte para siempre,

y saber que he de seguir viviéndote como el

anhelo del amor más sublime.

Y, aunque el pasado siempre tienda a retornar,

me pregunto si me conviene volver a caer en esa trampa

que jamás me ha dejado de seguir viviendo.

por alcanzar, para mí, un mundo nuevo, en el que,

por fin, aprender a saber amar, y donde no me falten

momentos en los que me despierte pensando en ti, pero ya…

de distinta manera.

Ya no necesito creerte ni añorarte; ya tengo todo mi ayer

sin olvido, sin dolor.

He realizado la acrobacia del día, esa que, ¡por fin!,

consigue la última despedida, en la que me encuentro y

te pierdo, (o al revés), lo mismo da…

Soy otro yo, ajeno a pausas en ti, donde ya

no me tiemblan la infancia ni la tristeza; donde,

tras este último trago, soy capaz de mantener

mi frágil equilibrio.