No he dejado de reír, de anhelar
aun guardo el beso de mi madre
los dulcecitos que me daba
las caricias que sembraba
las mañanas dónde me adoraba.
Abrazo mis peluches, buscándola en ellos
recuerdo cuando me los dió
su mirada llena de amor
yo era tan solo, un niño
y ella, un rayito de sol.
Mi preciada mañana,
sin ti he de marchitarme.