Empecé a tomar té de nuevo,
Pero para eso tuve antes que soltarte,
Entre las rutinas de turno y la tristeza que convertí en arte,
Había olvidado hacer espacio para digerir lo que sobrellevo.
Entre la fuerza que me quedaba en las manos por retener(té),
Y mis intentos de que nuestro amor sirviera como endulzante,
A el amargo sabor de boca que me deja el pasado apabullante,
Había perdido el gusto de tomar con firmeza mi taza inerte.
Había guardado sin darme cuenta sueños en bolsas de seda,
Justo al lado de los placebos de felicidad esporádica,
Con una gota agridulce melancólica,
Cerca del recipiente bien asegurado donde guardó toda mi cólera que enreda.
En ocasiones sigo recordando el cálido humo que hurtó la helada brisa,
Que desapareció junto con la sonrisa en tu gesto,
Y el amor que prometiste y me juraste,
se transformó en humo funesto,
Que no consiguió calentar el siniestro
invierno que llegó sin avisar y deprisa.
Ahora que ya no estás en mi vida,
Y mis días se encuentran vacíos,
Ahora que que no tengo amores vitalicios,
Necesitaré medicarme con sorbos de gozo después de tu partida.
Empecé a tomar té de nuevo,
Mejor dicho deje de tomarte como mía,
Para tomarme toda la poesía,
Empecé a tomarme serio lo que adentro llevo.