Los muros se levantan quietos,
encorvan su sepultura muerta,
se pelean con la ventana y la puerta,
son celosos de sus esqueletos.
El mar es grande quimera,
subraya el horizonte las estrellas,
reverberan los ángeles y estrellan,
su luz candente primera.
La tierra es tierra y el viento es viento,
no hay materia muerta que no siento,
soy la voz en la montaña.
Obsoleto el ejercicio de la ciencia,
desparramadas las manos de violencia,
duérmete pronto mañana.