Hugin & Munin

Dͩeͤs͛рⷬeͤrͬᴛⷮaͣrͬ dͩeͤ laͣ cͨoͦns͛cͨiͥeͤncͨiͥaͣ

En el umbral de la mente, un despertar donde verdades se desvanecen y se desgarran.Lo que creíamos firme, ahora se desvanece, y en la oscuridad, una nueva luz florece.

Las certezas se desmoronan como castillos de arena, las preguntas se multiplican, sin tregua ni pena.
¿Quién soy?.La ignorancia se revela, sin piedad ni temor.

El velo se rasga, y la conciencia se expande, como un ala de mariposa, frágil y vibrante. Las palabras antiguas carecen de sentido, pues la verdad se esconde en lo desconocido.

No sabemos nada, pero eso es un regalo, un lienzo en blanco, un camino sin atajo.Aprendemos a mirar con ojos nuevos,a  desaprender lo que creíamos cierto.

Así, en el despertar de la conciencia,
nos sumergimos en la vida con reverencia.
Cada día es un libro abierto, una lección, y la ignorancia se convierte en bendición.

Miro al cielo, estupefacto,  el silencio de la aurora, cuando los sueños aún se aferran a las sábanas, la conciencia despierta, titilante,  como un lucero en el vasto firmamento.

Se despliega como alas de mariposa,
liberando la mente de sus ataduras.
Los velos de la ilusión se desgarran,
y el alma asoma al abismo de lo real.

Los ojos, antes ciegos, ahora ven
la danza de partículas en el aire,
la interconexión de todas las cosas,
el latido eterno de la conexión humana.

La conciencia despierta es un río de amor, fluyendo entre las piedras de la ignorancia. Cada pensamiento, cada aliento, es una gota que nutre su cauce, amor sereno.

En el despertar somos más que carne y hueso, más que los roles que desempeñamos. Somos la esencia misma de la existencia, tejiendo hilos invisibles en el tejido del ser.

Así, en el alba de la conciencia
nos encontramos con la eternidad.
Despiertos, somos navegantes de lo desconocido, acercándonos en el vasto océano hacia lo divino.