Érase una vez una estrella
de oriente que guio a tres reyes
al nacimiento de un nuevo rey.
Cuando creció fue carpintero
como su padre de crianza
y pescador.
Tuvo doce discípulos,
instituyó lo eucaristía.
Pero un día negro de envidia,
odio y muerte lo crucificaron,
derramó sangre sin pecado
para ser purificado.
Resucitó y ahora está
sentado al lado de su padre,
del espíritu santo
y todo lo hizo por amor.
TodoPorAmor,