~ * ~Sinopsis:
~ * ~María del Alma desea subir al cielo para alcanzar el amor, después de cada suspiro que hace por mirar al cielo con luna de noche desde su habitación…
Sucesos:
María del Alma cree que el chico de la casa contigua a la de ella puede ser el candidato perfecto para poder ser su novio. Él es un chico de ojos claros, buen mozo y un mozuelo que pesca en el río aledaño de sus respectivos hogares. El chico que, aún, no ha conocido a María del Alma no sabe ni se imagina que su vecina lo desea conocer. María del Alma mira y observa a ése chico desde la ventana de su habitación y quiere entablar una conversación con él, pero, el tiempo y las horas perdidas entre las clases de ballet y las clases de piano no le permiten conversar con el chico. María del Alma ama con el corazón a ése chico y lo que más desea ella es subir al cielo y alcanzar a esa estrella tan lejana que observa como en sus sueños con ése chico. La vida de María del Alma es como esperar ir al cielo y regresar con el amor en el corazón, es ir al cielo inalcanzable, volar entre alas con el viento, poder tomar a su presa para poder llevar a su territorio y poder alimentarse. La vida para María del Alma nace en un suspiro de los que llega al cielo y espera poder hallar al verdadero amor endureciendo la exasperación por hallar a un novio y enamorarse. La esencia de María del Alma conlleva una dulzura. una ternura y una locura en amar a ése chico que mira desde su ventana. María del Alma cree que la vida es sencilla y de color de rosa, pero, el amor único y verdadero, sólo, se siente y se encuentra una sola vez en la vida. La vida para María del Alma se cuece en un dolor mortal, en una verdad impoluta y en un corazón que sabe amar cuando, María del Alma, sólo, desea expresar que ama a ése chico. María del Alma, entre clases de ballet y piano, piensa y se sumerge en un cielo llano porque al subir al cielo le hace pertenecer al vuelo y volando es que María del Alma desea amar a ése chico con el corazón muy enamorada. La vida de María del Alma se debate entre la espera y lo inesperado en poder creer que su corazón ama desesperadamente al chico vecino que la tiene enamorada. La vida de María del Alma se observa desde una cruel perspectiva de asombro y de una pena indeleble con el alma de María del Alma desde lo que más desea que es enamorar a ése chico tan natural como lo es sentir el alma llena de luz, por subir al cielo y tomar un pedazo de lucecita de esa estrella que es la luna. María del Alma, cada vez que lo observa desde su habitación quiere amar a ése chico vecino. Y, se avecina lo peor, cuando ocurre el momento de creer en el coraje de María del Alma entregar el corazón en un sólo amor. María del Alma, sólo, presiente en su mundo un amor sin igual cuando, de repente, la muchacha observa por la ventana de su habitación que el chico vecino se dirige a su hogar y, casi, toca el timbre de la puerta, pero, no, sólo era una ilusión de línea ilusoria cuando el chico, sólo, busca una pelota que se le pierde cerca del hogar de María del Alma. La vida comienza desde el punto cuando se supone que María del Alma sucumbe en un delirio petrificante en querer amar a ése chico vecino de ella. María del Alma se enamora perdidamente de ése chico vecino que colinda con su hogar. María del Alma ama indeleblemente a ése chico y desea conocer con velocidad a ése chico vecino. El chico no se da cuenta ni tiene la menor idea que la chica vecina desea entablar una amistad con él. La niña y enamorada, María del Alma, sólo, sueña con subir al cielo y el cielo se llama el chico vecino que ella cree que la vida no es como es. María del Alma se ve indecorosamente enamorada de ése chico por, el cual, se siente como un alma devastada, pero, llena de un profundo dolor. Si María del Alma asciende al cielo, sabrá que subir al cielo es como haber pertenecido al amor enamorado de un chico vecino, el cual, es como la rosa en el jardín de la primavera. María del Alma ama con su corazón imborrablemente a ése chico vecino, el cual, no le hace ni el menor de los casos, pero, María del Alma insiste en querer entablar una conversación con ése chico, pero, es tan sólo un sueño que quiere y desea hacer real. María del Alma, una joven adolescente no sabe que el amor es apenas un comienzo en su vida.
María del Alma en su oscura habitación piensa cómo presentarse ante el chico vecino. La verdad es fría y tan gélida como el hielo frío esperando a que María del Alma no se diera por vencida y con su insistente corazón en busca del amor de ése chico vecino que tiene María del Alma continuo a su hogar. María del Alma en su habitación observa al chico desde la ventana y cuando el chico entra a su hogar, María del Alma imagina, piensa, fragua con la luna, las estrellas poder subir al cielo y alcanzar el amor de ése chico. La vida queda mortal y la espera inmortal por conseguir lo que más desea María del alma y es poder amar a ése chico vecino de ella. La espera inesperada y exasperada desde su habitación se torna insegura, inestable, insípida cuando, María del Alma, sólo, ve en el cielo a una estrella y en un suspiro María del Alma deja de soñar y camina entre nubes de algodón pensando e imaginando que su rumbo comienza desde el punto de partida en querer conocer a ése chico. La verdad es que María del Alma continúa soñando e imaginando, pensando y fraguando con un numen inventivo en cómo acercarse a ése chico vecino, el cual, María del Alma, ama desde que lo mira y lo observa desde la ventana en su habitación. Para María del Alma subir al cielo es casi imposible de creer, pero, con el amor de ése chico vecino, el cual, María del Alma ama calurosamente y vehementemente desde la ventana de su habitación. María del Alma se debate en la espera de creer que el compromiso con ése chico sea uno real cuando la verdad el chico ni sabe que María del Alma está enamorada locamente por ése chico. La vida de ése chico se torna exasperada cuando la verdad es que María del Alma lo ama indeleblemente. La vida para María del Alma es intrascendente y transmutar el alma al subir al cielo cuando desea alcanzar el amor de ése chico vecino, es completamente insano y con una triste vesania querer subir al cielo para alcanzar el amor. La vida para María del Alma era totalmente trascendental, translúcida e inherente al amor cuando, sólo, logra amar a ése chico vecino, el cuál, ella ama perdidamente. El alma de María del Alma se debate en una cálida sonrisa y en una risa a carcajadas cuando María del Alma mira al cielo, sólo, ve a una estrella y es la luna de noche. La vida para María del Alma es fría, tenue, opaca cuando, sólo, desea amar a ése chico vecino, el cuál, no sabe ni la menor idea de su amor, pero, sólo, mira a una estrella en el cielo y es a esa luna de noche cuando suspira por el amor de ése chico vecino. María del Alma en su habitación, sólo, desea converger en el alma una sola idea y es amar a ése chico vecino. Si cuando María del Alma ve a una estrella en el cielo y suspira por el amor de ése chico vecino, es cuando la jovencita quiere con tanta vehemencia amar que al chico desea ver siempre por la ventana de su habitación. La ventana de la habitación de María del Alma posee el alma ciega de la joven cuando, sólo, desea conocer y amar a ése chico vecino, por el cual, María del Alma ama con locura, con pasión y con vehemencia. La manera de amar de María del Alma es observar a esa lucecita en el cielo que se ve como una estrella en el cielo y la joven tiene un suspiro suspicaz como perspicaz es el encuentro por la ventana junto a ése chico. El alma de María del Alma siente como presiente que su alma gira por esa lucecita en el mismo cielo por donde ella mira a la luz de la luna. Es una luz como luz de nácar, como la perla del mar y como la luz de sus propios ojos. Cuando, María del Alma en su habitación mira a la luz de luna es como mirar a ése chico vecino y que ella cree en la fortuna como esa luna de amar a solas y a escondidas de todo mundo. María del Alma, su alma y su corazón vacío de amor, de pasión, de calor y de subrepticio amor, sólo desea amar a ése chico.
María del Alma, sólo, imagina cómo es el amor, cómo es la pasión y cómo es la vehemencia carnal entre dos seres que se aman y se profesan amor. La vida de María del Alma no entorpece, no se equivoca, no ocurre error ni erróneo momento sino es un momento de paz, de tranquilidad, de sosiego, de clandestino momento y de templanza idónea entre su mente, su corazón y su amor por el amor de ése chico vecino. La vida de María del Alma comenzó a partir de ver, de mirar, de observar a ése chico por la ventana de su habitación. El alma de María del Alma convida una dulce atracción cuando sin percatarse que la pasión arde como el fuego, como el subrepticio calor y como la vehemencia carnal entre dos seres que se aman plenamente y amando como nunca se siente desapercibida la vida y, así, en ese mismo instante se siente María del Alma pensando e imaginando poder amar a ése chico vecino. María del Alma siente, casi, hacer deshacer su mente en un comienzo en poder amar a ése chico vecino en una imaginación indeleble a su corazón. María del Alma cree que su propia alma va de tiempo en tiempo, va de mente en mente y va de imaginación en imaginación, sólo, pensando en el amor que le podía ofrecer a ése chico vecino. La vida para María del Alma se cuece en un sólo momento y es cuando el alma de María del Alma va de calor en calor, de pasión a pasión y de pensamiento a pensamiento dejando abrir brechas de un sólo pensamiento en su sola alma. María del Alma percibe que su sentido y sus sentimientos crecen al unísono cuando no es humano pensar como ella solo piensa. La vida para María del Alma acecha con devorar la luz del nácar de luna como si fuera una perla de la concha del mar, pero, no, sólo, es un pensamiento, una imaginación y un deseo en poder amar a ése chico vecino. La vida para María del Alma se percibe desde que observa a ése chico vecino queriendo amar y con la fortuna entregar la luz de luna. La vida se torna exasperante para María del Alma cuando, sólo, desea amar a ése chico vecino, pero, la vida es más lista que su propio sentido y pensamiento. María del Alma en esa oscura habitación, sólo, vuela su imaginación en querer amar a ése chico vecino y subir al cielo es cuesta arriba cuando, sólo, la luz de luna le hace hacer un suspiro para poder amar a ése chico vecino. María del Alma, sólo, piensa e imagina cómo amar a ése chico vecino cuando la vehemencia, la pasión, el calor y el corazón ardiente es indeleble a su propio corazón. María del Alma, sólo, presiente un sabor amargo entre sus labios, es el desamor y el desdén frío de presentir en su alma que desea amar a ése chico vecino, pero, aunque cree amar, María del Alma va hacia su insistente corazón cuando logra amar vehementemente al corazón de ése chico. María del Alma cree saber, conocer y amar a ése chico ciegamente. La vida irrumpe en el destino ciego, en la penitencia sin ausencia y en la suspicaz esencia de María del Alma, sólo, pensando e imaginando en el amor de ése chico desde su propia habitación. La presencia sin ausencia de ése chico en la habitación por la ventana de María del Alma es un indeleble corazón cuando no se pierde ni la razón ni el pensamiento, sólo, pensando en ése chico por poder amar. La vida de María del Alma comienza a debatir en una sola espera inesperada y exasperada en poder querer amar vehementemente a ése chico vecino. María del Alma recostada en su habitación, sólo, imagina y piensa en poder amar a ése chico tan vehemente como en subrepticio calor. La vida para María del Alma se siente como se percibe en un instante de mucho calor y de mucha ansiedad cuando, sólo, desea amar a ése chico. María del Alma y su alma se debaten en un frío desastre entre esa habitación, su pensamiento y su imaginación.
María del Alma sin salir de su asombro e imaginando poder amar a ése chico en su habitación. La luz de nácar en el mismo cielo se debate en una fantasía y en una realidad en querer María del Alma amar a ése chico que, aún, no sabe la verdad. La presencia de la luz de nácar en los ojos de María del Alma es una pura realidad cuando, en el embate delibera una solución, la cual, nunca llega a salir a flote. El chico, a la verdad, no sabe ni se imagina que María del Alma, su joven vecina, lo ama locamente con locura queriendo tener con ése chico todo el amor del mundo. En, María del Alma hay algo que sucede y es un suspiro que la lleva a ella por el sendero oculto de la oscura sensación y, sólo, con la luz de nácar de luna se debate una gran sorpresa para sucumbir en un amor eterno entre María del Alma y ése chico vecino. María del Alma desea decir a ése chico vecino que lo ama con locura, con pasión, con vehemencia y con una emoción ardiente, pero, no, sólo, era una sola imaginación tan indeleble como el propio corazón de María del Alma amando y descubriendo el amor que viene en su corazón por amar a ése chico vecino. María del Alma quiere, desea, converge en edificar el torrente sabor que le embriaga por amar a ése chico vecino, pero, aún, queda la forma, la manera y lo eficaz en poder amar a ése chico con vehemencia. La vida para María del Alma desde la ventana de su habitación, mira y observa a la luz resplandeciente de luna para poder hacer un suspiro y saber que la luz de luna nace como se hace entre los ojos de María del Alma. Si para María del Alma, la vida era floja de espíritu, inerte en el corazón y debilidad en el alma por no tener un amor, una pasión y una vehemencia carnal por poder sentir el amor en cada recóndito corazón en María del Alma. La vida acecha con devorar a la esencia de María del Alma, al débil corazón y a la inerte luz descendente de la luna en el cielo. La vida comienza con esperar a que el amor llegue como espera a que se ame con amor y con ilusión con la fortuna de entregar el alma a fuego lento de un corazón que sabe amar. María del Alma sucumbe en un trance, en una debilidad y en una inercia de vida sin amor, pero, su pensamiento y su imaginación van más allá de querer amar a ése chico vecino cuando, de repente, mira a un rayito de luz de luna por la ventana de su habitación y, ahí, contemplar todo el amor, toda la pasión y todo el mundo de cabeza cuando, sólo, María del Alma desea amar a ése chico vecino. La vida de María del Alma comienza a sentir, a presentir y a converger en un sólo trance fuerte como lo es poder amar a ése chico vecino cuando, de repente, la luz de luna arribó a los ojos de María del Alma y pudo sentir en el alma la fuerza del amor y del corazón amando a ése único chico vecino de María del Alma. María del Alma, fuera de éste mundo, quiso ser la joven más amada por toda luz de luna edificando la suerte, la vida, el corazón y el amor en cada paso del propio corazón. Cuando María del Alma sucumbe en un despavorido mal percance se siente como la fuerza o como la debilidad del alma, pero, desea amar vehementemente a ése chico vecino. María del Alma, sólo, converge en un momento, en un trance, en una forma y en un impetuoso instante, piensa cómo decirle a ése chico vecino que ella lo ama y que desea conocer. María del Alma queda adolorida y aturdida sin poder saber queda adherida a la vida, al amor y, más, al corazón de ése chico que ella ama con locura irrumpiendo en un sólo desenfreno total de un amor casi impetuoso. La vida para María del Alma quedó abatida, malherida y con un dolor inconsecuente cuando su alma quedó sin luz de luna y sin amor alguno cuando, el miedo se apoderó de ella sin poder expresar su amor por ése chico vecino, el cuál, no sabe la verdad que María del Alma lo ama con total locura.
María del Alma en la oscura habitación observa por la ventana a las estrellas y a la luna deseando poder ser una de ellas, pero, es imposible el sueño y el deseo en convertir a una joven en estrella o luna. La vida de María del Alma se cuece de un tiempo frío cuando cae la noche y ni el tormento puede cerrar la vil verdad que María del Alma ama a ése chico vecino. El alma de María del Alma es un alma fría como un tiempo invernal cuando ella siente mirar y observa a la luz de las estrellas y de la luna cuando se torna intrínseca la vida de María del Alma en esa oscura habitación por, la cual, ella a través de la ventana mira a ese rayito de luz que le dice… -¨persigue al amor¨-. María del Alma siente y presiente que la luz de luna la guía por el sendero amargo y por la vida llena de vicisitudes y, así, es, pero, del amor no se dice nada, aún. El alma de María del Alma comienza a sentir que la percepción de esa luz la lleva por el sendero, por el lucero, por el camino y por la vida, pero, el amor tarda en llegar cuando el chico vecino no sabe, aún, del amor de María del Alma. La vida de María del Alma se cuece de un instinto apaciguado, de un calor subrepticio cuando, es fría su alma entera y comienza a debatir y a deliberar que la solución de ese amor es simplemente mirar por la ventana a ése chico vecino. La vida comienza a entristecer de un espanto inseguro cuando se obtiene el calor oculto entre el corazón y el alma y, más, es el frío que siente María del Alma en las noches al mirar a la luz de las estrellas y a la luna por su ventana. La luz enternece con la luz de las estrellas y de la luna en la mirada de María del Alma y, más, en los ojos que observan a ése chico vecino caminar continuamente a su hogar. La muchacha que no es lerda ni tonta, sólo, siente y presiente amar a ése chico vecino y su corazón late fuertemente cada vez que lo observa por su ventana. Las flores en el jardín huelen a primavera y hace un sentido opuesto cuando, en el jardín de su corazón, sólo, presiente amar a ése chico vecino. La vida para María del Alma es tener un amor abstracto entre el corazón y su alma. Es un amor frío y condescendiente, es un amor de los que hay que tener pasión, vehemencia y un corazón que sabe amar. María del Alma es una chica introvertida, pero, jamás quedará como una chica sin expresar su amor a ése chico vecino. Si la muchacha de ojos claros al igual que ése chico vecino que posee los ojos más claros del mundo y los más bellos insinúa que ese amor queda al tiempo, a la intemperie y, más, a los ojos de todo mundo. María del Alma queda como siempre, con una sonrisa extrema de calor en subrepticio dolor cuando, en el alma de María del Alma queda como un abrir y cerrar de ojos cuando, cree que el tiempo oscurece en el cielo, dentro de su alma y de su corazón dejando inerte al alma y, más, al triste corazón sin poder expresar su amor a ése chico de ojos claros. María del Alma cae en un dolor subrepticio cuando, en el coraje de su corazón quiere aferrarse a la luz de luna y a la luz de las estrellas. Cuando, al fin y al cabo, y, por, lo ya consumado que el chico sin saber de la verdad que María del Alma corre ser como la chica invisible y que sin desear expresar la fría verdad ama a ése chico vecino con todo su amor. Cuando, María del Alma, ama al dolor y, más, al amor de ése chico vecino cuando, la luz del alma, de la esperanza y, más, del amor puro e inocente e ingenuo se debate en una ira por hacer realidad sus sueños y anhelos. Cuando, sólo, hace falta, un amor, una pasión y una vehemencia carnal, entre dos seres que puede que llegue el amor en el mismo corazón. Cuando, en el alma y en el corazón de, María del Alma se cuece de una sola impoluta verdad que ama más que a su vida a ése chico vecino. Si María del Alma comienza a reír y a carcajadas en esa noche mágica de luz de estrellas y de luna por la ventana de Maria del Alma.
María del Alma, sólo, piensa e imagina que su rumbo, su camino y su dirección se dirigen hacia el amor de ése chico vecino por, el cual, se atormenta y no se lamenta a digerir el amor en el cuerpo, en el corazón y, más, en su propia alma. Si María del Alma, vive como se desvive, si el alma de María del Alma se siente como desapercibida e invisible cuando, sólo, desea expresar a ése chico la pura verdad que lo ama desde que lo mira y observa desde la ventana de su oscura habitación y lo compara con la luz de esas estrellas, de esa luna que ella mira y observa al cielo desde su ventana. María del Alma queda con el vicio y el mal hábito sin poder expresar que su corazón ama indeleblemente a ése chico de ojos claros como la luz de luna y de esas estrellas por, las cuales, ella observa desde su habitación, sí, por la ventana donde se cuece el frío calor de un invierno dando frío en subrepticio calor. Cuando María del Alma y su alma fría, condensa más el álgido viento por la ventana donde ella observa a las estrellas y a la luna desértica. Cuando, en el enjambre de un frío viento y de un calor en subrepticio dolor, se percibe como el dolor en el alma de María del Alma. Cuando, en el alma de María del Alma queda abatida, adolorida e insípida, en el tormento se siente, se percibe como la eterna luz dentro del cuerpo deseando abrir brechas, caminos, y senderos sin oponer la luz de luna y de las estrellas como un mal inconsecuente. Cuando, en el alma de ésta chica se convierte en la razón más indeleble, como el vil tormento de esa luz, a través de la ventana que, ella observa para poder amar a ése chico con frío dolor sin poder expresar la pura verdad ni la certeza en poder vivir mejor y ser la mejor chica que ama a ése chico de ojos claros que es su vecino. Cuando, ocurre y transcurre el alma de María del Alma, como una sola verdad y tan fría como la certeza de amar. Si transcurre el tiempo y, más, en observar a la vida entera de María del Alma como la más débil de las almas cuando en el tiempo y más en la noche, nuevamente, observa a través de la ventana y en su habitación a la luz de las estrellas y de la luna deseando amar a ése chico vecino. Cuando, en el juego de la verdad y del amor en el corazón de un sólo penitente corazón, se debe a que, María del Alma, se siente como el juego del amor y del instante que se cuece de dolor en coraje subrepticio. El amor y la pasión desnuda, se percibe como la sal del mar y como la lucha leal de un amor fiel entre el corazón y el coraje de creer en el amor en subrepticio dolor. Cuando, en el alma de María del Alma siente como desapercibida e invisible es en el amor y como un dolor abstracto. Si el silencio y, más, en el coraje de amar queda María del Alma sintiendo la fuerza y, más, a la pasión desnuda en poder creer en el cielo, en la luz de las estrellas y de esa luna con luz de nácar. Porque subir al cielo, para, María del Alma se cuece de virtud y de secreto por un decreto hecho como la esencia del amor y de la rica pasión de María del Alma cuando, crece como el vil tormento o como la rica tempestad de dar una gran suerte a la vida y a la certeza de vivir. Cuando, en el alma de María del Alma, sólo, desea y converge con vida como el deseo viviente de creer en la alborada a ciencia cierta, pero, sólo, se logra una sola verdad. Cuando, logra con la fría verdad, María del Alma se siente como esa luz de estrella y como esa luna desértica por, la cual, se convierte en la sola razón como la luz dentro de su propio corazón. Cuando, María del Alma cree en converger y convidar una sola sorpresa en la vida y era poder expresar el amor completo y tan entero que siente ella por el chico vecino. Porque a la verdad que María del Alma, sólo, desea expresar a ése chico, formalmente va y se dirige a él en una noche fantástica y mágica de una luz de estrella, de luna y, le dice al chico que… ¨quiero ser tu novia…¨-. El chico insípido acepta el beso que le ofrece María del Alma cuando le expresa, así, su proposición de un comienzo y de un noviazgo frío como el invierno frío que pasa cerca de esa noche.
El chico vecino es un ¨nerd¨ de la vida, de su hogar y de la escuela. Si, en, María del Alma transcurre el tiempo y, más, el ocaso del tiempo como un sol que se marcha lejos para que llegue la fría noche a descender y a sentir el acometido en caer sobre la fría ventana y de su oscura habitación por observar a las estrellas y a la luz de luna. El chico vecino es un ¨nerd¨ de la vida y, más, de la inteligencia autónoma que le otorga vivir como ¨nerd¨. El chico y de ojos claros quedó como el aire o como el frío viento de una noche. Cuando, María del Alma quedó como la fuerza y la rica voluntad en hacer creer en el desierto frío o como la sola verdad fría de converger y convidar que se dirigió al chico vecino y le expresó su amor indeleble con el mismo corazón que ama, que suspira por la luz de luna y por la luz de las estrellas. Casi, indeleble el alma a la luz de María del Alma, cuando mira y observa esa luz de las estrellas y de la luna en el mismo cielo que por subir al cielo se cuece de calor subrepticio en vez de un frío inerte. María del Alma, su pobre e insistente alma y su corazón indeleble se cuece de magia y de fantasía porque al subir al cielo es como mirar y observar a ése chico vecino desde la ventana de la oscura habitación de María del Alma. Aunque, María del Alma queda con el amor, la pasión y la vehemencia carnal, ella siente y presiente que su alma va a quedar como la más vil verdad que ella ama a ése chico vecino. Cuando a la verdad que, María del Alma quedó como el corazón enamorado, como la pasión hecha pasión y la vehemencia como tan carnal es entre dos seres que se aman con virtud. Si la chica vecina llamada María del Alma decide casarse con el chico vecino ¨nerd¨ y que es su eterno amor, sólo, imaginando y pensando en poder casarse con el chico vecino. Cuando, en el juego del amor y, más, de la vida, María del Alma se dedicó a creer en poder casarse con ése chico vecino. Cuando, en el alma de María del Alma se siente como se presiente cuando, sólo, desea en imaginación y en pensar, solamente, en casarse con ése chico vecino por, el cuál, ella ama indeleblemente. Cuando, en el ocaso de un día sin sol, María del Alma llega a descender la noche mágica y fantástica de una noche sin sol, pero, con álgida noche y tan fría como el frío invierno. Y, María del Alma se dedicó en cuerpo y alma a amar a ése chico vecino por, el cuál, ama con todo el amor y con toda la pasión dada de un sólo corazón inerte e inmóvil, como la gran suerte en amar lo que encrudece el tiempo cuando, sólo, María del Alma desea, piensa e imagina cómo casarse con ése chico vecino. María del Alma, que al subir al cielo es como petrificar, perpetrar y trama un sólo casamiento frío e indeleble al solo corazón por amar a ése chico vecino por, el cuál, se percibe como el amor en casar lo que más converge y convida en el alma de María del Alma con la luz de luna y la luz de las estrellas en el cielo. El chico ¨nerd¨ sin saber que el alma de María del Alma desea casarse con el chico vecino, cree que su noviazgo perdurará toda la vida y que es el siniestro cálido de un sol curtido en la primavera de un invierno frío y tan cálido como el vil tormento y como la fría tempestad. Cuando, ocurre y transcurre el tiempo, María del Alma, sólo, desea casarse con el chico vecino, converger y convidar en el alma cuando, el chico vecino cree en el alma de ella por ser desapercibida e invisible como el amor abstracto. La chica vecina, sólo, imagina y piensa en poder casarse con ése chico vecino, el cuál, observa por la ventana y desea que su noviazgo perdure como el casamiento, pero, es, sólo, imaginación y pensamiento. La forma de amar de la chica vecina es mirar a la luna, a las estrellas y realizar ésa luz penetrante que le agrade el alma a María del Alma y acaricia a la vida por poder ser dueña del corazón de ése chico vecino.
María del Alma en virtud de ser la novia del chico vecino, sólo desea poder casarse con el chico vecino. Si María del Alma invita al joven chico vecino a la playa y, éste, claro que sí, que acepta la invitación. Cuando, María del Alma en la alborada comienza en la playa atemorizada de un sólo dolor, inerte e inmóvil cuando, comienza a deliberar y a debatir en la espera inesperada de la reacción de ése chico por seguir sus pasos. Y, María del Alma sin poder creer en el combate de dar una sola pieza en el corazón amando como nunca antes a ése chico vecino por, el cuál, comienza a desenfrenar el alma en la calma de un mar abierto como lo es en la playa. Y, el mar, la arena, la playa, el cielo y el sol se juntaron para dar un bronceado tan hermoso como lo es en la piel. María del Alma como novia del chico vecino se torna exasperante en el momento cuando, ella decide comprometer al chico en casamiento. La vida para María del Alma en la playa es intransigente cuando el chico ¨nerd¨ sin saber cómo contestar a esa pregunta no se compromete. María del Alma en la playa junto al chico vecino recrea una forma de atraer miradas y cariño eterno. Cuando, en el embate de dar una salida efímera y atraída por el tiempo y, más, por el ocaso muerto de esa bella tarde junto a ése chico en la playa, María del Alma recreó una insistente osadía en dar una miserable insistencia en caer sobre la cama de su oscura habitación en una noche clandestina después de esa tarde hermosa junto a ése chico vecino. María del Alma con la luz de las estrellas y de la luna, enternece al cielo y, subir al cielo es como ir, alcanzar a las nubes de algodón y de seda. Y, así, era esa noche para María del Alma, clandestina, sosegada y templada como aquellas olas del mar abierto en la playa junto a su amado, el chico vecino. Y, así, que era, fue el momento y tan claro como aquellas nubes en el cielo y durmiendo en la soledad. María del Alma quedó derribada y destronada como aquella fría soledad en la oscura habitación donde ella observa a la luz de las estrellas y a la luz de la luna. Cuando, de la luna descienden las estrellas y más que eso la luz de luna. Cuando, María del Alma se atemoriza de un sólo espanto en naufragar lo que en el tiempo transcurre y discurre como la noche impetuosa de un sólo dolor en el alma. Cuando, en el tiempo discurre el transitorio momento entre la luz de luna y la luz de las estrellas. Si María del Alma en un instante se siente como se presiente con la luz de las estrellas y de la luna. Cuando, en el alma de María del Alma se debate con una sola insistente espera, tan inesperada y tan exasperante como el haber sido compañera de ése chico vecino en la playa porque quiso comprometer a ése chico vecino en eterno compromiso. Y, María del Alma y, más, quiso ser como el desastre de un venidero instante cuando en el alma se debate en un mal insistente de creer que ése chico vecino nunca le agradará su compañía. Y María del Alma persigue su sueño leal y tan letal como el haber sido la niña de los sueños pensando e imaginando en el amor de ése chico vecino por, el cuál, se debate una fría insistencia en hacer creer en el alma de María del Alma. Y la chica vecina cree en la insistente compañía en la playa, aún, pensando e imaginando el amor entre ése chico vecino y ella, en María del Alma. Y, María del Alma se debate entre la espera en ser como la luz de la luna y la luz de las estrellas. En el comienzo de la ira por ese amor y por ése chico vecino, María del Alma se delibera en una sola mala situación cuando, en el embate se debe de creer que la chica vecina, aún, persigue el sueño pertinaz y suspicaz de entrever una sola relación con ése chico vecino. Y si la vez aquella por poder creer en el alma suspicaz y tan pertinaz como es el encuentro entre el chico vecino y María del Alma cuando se hallan, se encuentran en la playa amando como nunca y ella comprometiendo en compromiso a ése chico vecino.
María del Alma siente en su instinto de soledad y en esa oscura habitación a la luz de luna y a la luz de las estrellas sucumbir en un sólo trance de luz. Y, María del Alma, aún, amando como nunca a ése chico vecino, se tiende sobre la ventana a observar a ése chico vecino. Ella siente un amor compasivo y hasta por un ¨nerd¨ que comienza a deliberar la fría atracción por poder creer en el amor por toda luz de luna y toda luz de las estrellas. María del Alma, quedó como órbita lunar atrapando a la razón perdida, a la locura, a la pasión desnuda y a la vehemencia carnal de un soporte intrascendente entre el alma y el corazón de una dama que, sólo, sueña con el amor desde que observa a la luz de luna y a la luz de las estrellas a través de la ventana en esa oscura habitación. María del Alma quedó como el convite o como cautivadora y soñadora de una sola ilusión entre el amor de ése chico vecino, con la luz de luna y de las estrellas. Y María del Alma quedó como un suburbio autónomo en creer en el desierto frío y en el desastre de dar una sola vindicta, pero, con su propio corazón. Porque, María del Alma, sólo, quiere y desea subir al cielo con alma y corazón demostrando que puede amar a ése chico vecino por, el cuál, ella ama con locura, con pasión y con suspicaz encuentro delibera una sola solución al amor del corazón cuando ella desea ser la novia de ése chico vecino. La vida de María del Alma sucumbe en un delirio delirante al caer presa, cautiva, insípida y muy inestable en el amor entre ella y el chico vecino. El amor de María del Alma por ése chico vecino le atrae como luz de luna y como luz de estrella ser la órbita lunar entre el suspiro y subir al cielo a tomar un rayito de luz por ese amor de ése chico vecino. La vida para María del Alma socava en un profundo amor y, todo, queda como un eterno amor por, el cual, no es más que una fantástica y mágica noche clandestina de luna sosegada, templada, tranquila y en paz dejando morir y dejando vivir a un amor único, insípido y tan ¨nerd¨ como ése chico vecino. Ella ama con locura, con pasión y con vehemencia carnal soñando cautivante y muy soñadora con el amor por ése chico vecino que nunca presenta atracción alguna por su amor. Si María del Alma es cautiva y soñadora que, sólo, en la habitación oscura presiente lo que siente, una luz de luna y de estrellas en la constelación por subir al cielo demostrando que se ama vehementemente y con pasión. María del Alma sucumbe y zozobra en un mar perdido lleno de sal curando heridas, pero, en el alma de María del Alma es una luz encendida como luz de luna y como la luz de las estrellas en el cielo. La vida para María del Alma se debate en una risa a carcajadas en la habitación oscura siempre observando por la ventana y, más, a ése chico vecino por, el cuál, ella vive y desvive por el amor único de ése chico vecino. María del Alma mira y observa a la luz de luna, cree que son los ojos inertes de ése chico vecino por, el cuál, ella mira y observa detenidamente y calladamente desde su oscura habitación y, más, por la ventana. Y, fríamente se enaltece de fríos y de álgidos momentos cuando, en el alma y, más, en el instante se cuece de un temor incierto. Cuando, en el alma de María del Alma cree en una cruz a cuestas de la sola razón que se pierde en la magia natural de entrever que la luz de luna son los ojos inertes e insípidos de ése chico vecino por, el cuál, ella suspira y muere por temor en el desierto fantástico de la magia de la noche clandestina entre la luz de luna y la luz de las estrellas. Cuando, María del Alma oscurece en su fría habitación por ver a través de la ventana una magia y una fantasía intransigente e intrínseco momento. María del Alma fue y siempre será como la luz de luna y la luz de las estrellas cuando, en la ventana de esa oscura habitación crece la luz a través de los ojos de ése chico vecino. Y para María del Alma subir al cielo fue como obtener el amor de ése chico vecino y con la luz de sus propios ojos llenos de luz de luna y con la luz de las estrellas. Y, supo una cosa, María del Alma, cuando la luz de luna se apagó cuando alumbró otra mañana en busca del amor de ése chico vecino cuando, por el día, ocurrió el desastre de creer en el amor a vivo y a muerte de una luz que, sólo, aparecía de noche a alumbrar sus noches por la ventana de esa oscura habitación. Y, los ojos de ése chico vecino quedan por siempre alumbrando su camino, su amor y su pasión vehemente por el sendero oculto de una oscura habitación, por donde, María del Alma se asoma a observar a ése chico vecino en la ventana de su habitación y, sí, que eran sus ojos la luz de luna y la luz de las estrellas.
FIN