Todo en esta ciencia se reduce a un parpadeo
cuando más en fin lo tienes
y se pierde en mí tu fuerza...
Estoy en deuda con el cielo desde que nos conocimos
aquel lejano día en la memoria del universo.
Ahora soy yo quien me ofrezco al mundo en torno
con el corazón abierto a sus historias
que serán lo que se oiga único en el templo
después de caer sin fondo
como pongo por ejemplo.
Tampoco yo me encuentro un centro
a pesar de tanto cuerpo.
Todavía sin consuelo piso el mismo suelo y no merezco
ninguna recompensa por hacer lo que otros piensan...
Suelto lo que es vuestro y flotaré
contra el papel en mi ensueño
como solo un niño puede.