El pueblo no pare arte,
sino el arte pare pueblo.
Cuando es puro, desde lo profundo,
sea en canto, acorde, papel o lienzo,
se hace semilla de pensamiento y
luego cuerpo; sangre, carne y hueso.
Se esparce por los caminos del viento,
multiplicándose, hasta ser cultura y
regir las leyes de su tiempo.
Si libre es el arte, libre es el pueblo.