jvnavarro

CAPERUCITA ROJA EN MANHATTAN

 Con Caperucita Roja en Manhattan
comienzo este poema
voraz con grandes colmillos
y es que me veo como  lobo atroz
detrás de un arbusto escondido,
a la espera de que llegue
el Señor de los Anillos,
para irme con él de aventuras
por esas montañas
y por esos cañones
hacia lo desconocido,
por allí donde los techos del cielo
no son de tejas ni de ladrillos,
por allí donde uno duerme
bajo el amparo de las estrellas,
arrullando a una luna
que sale todos los días
para convertir un domingo
en eso que se llama de Resurrección
y se come entre estruendos 
y fuertes sonidos,
a golpes de tambor
y trompetazos diluidos,
en un mar en el que las olas
salpican a Caperucita,
que va camino 
de casa de su abuela,
sin saber que le ronda la muerte
entre grandes peligros.
 
Manhattan es la excusa,
es un lejano lugar escondido
a la razón del ser humano
que busca de las alturas
para caer en un precipicio,
por allí en Nueva York,
Federico García Lorca y Adonis
 dejaron sus poemas
incrustados en las vidas
de los neoyorquinos,
 llevados de su talento artístico, 
tal si fueran golondrinas
 viviendo en sus nidos.