Acostado en una tabla de madera,
como moribundo de cualquier era.
En un mundo de envidiosos y corruptos
donde el más hostil es sabio según brutos.
Empecé en esto como joven enamorado
con carticas de amor para el amor que iba inspirado,
como soldado, como muchacho desorbitado.
Como el eje de un cigüeñal, primordial para así continuar,
dándole cuerda a mi pista de Jazz.
La ansiedad es tal al no improvisar,
cuando es vano querer igualar a un crack.
Lágrimas pueden enseñar y así yo apreciar
aquellos momentos donde el viento era testigo
del zumbido de un star,
era tarde hora 8 y yo morocho de tanto dar.
Mi escuela próxima a cerrar y yo pueblerino en la gran capital.
Tenía dudas, respuestas de garúa...
Cuando la ira entraba eran cascadas de versos que orbitan.
Tuve valor para cuantos que afirmen expresión en boca,
con letras que sí leen los desenfoca.
¡Despierta! Me dije a mi mismo cuando los años mostraron abismos,
y paracaídas siempre activos y listos.
Pero jamás con necesidad de querer meter mano al tendero,
ensuciando cualidades de guerrero.
Respeto tenía no se diga hacia homicidas,
cultura de historiador hormiga.
En el mundo de mentiras donde justicia es empatía
cuando la cara son dólares y mentiras, ajá.
No valores si no conoces sus errores,
puede que llegue el día aquel.
Que pagues los días donde sonreías
Sin importar el día donde el sol moría.
Ahora mi despertar, como un niño aprendiendo vocalizar, el químico conociendo fórmula que nos hará levitar o cómo Buda entender el sufrimiento con espiritualismo y hermandad.
Sé las fallas del sistema, sé cómo roban,
sé cómo el jabón lo soban con su culo que aflora.
No joda, si no quiere que el ruso lo hiera
tome cicuta y muera, yo valiente hiedra.