No quiero extrañarte,
pero tú sombra alcanza a la mía,
arrastrándose por el suelo en que se
posaron mis pies
y a mí espalda yace en forma de flecha
de verdad y de guia.
No quiero extrañarte,
pero tus pétalos aún siguen siendo la
sombra que se transformó en refugio a
pesar de ser esclavas de un sol ajeno
¡Te espero! aunque diga que no, porque
tus astros perturban el firmamento de
mi cielo, aparentemente sereno.
No quiero extrañarte,
pero el no sentirte se lleva lejano mi
vitalidad, mi sopor, tarde y mañana
espero vuelvas aqui, abriendo así la
cárcel donde la soledad me acompaña.