Me Quedo Aquí XXIII
Soy como la fe,
soy como el café,
mezclado con leche,
soy como la ira,
y si irás lejos de mí,
sabrás que me quedo aquí,
es como pertenecer al bien y al mal,
saber que Dios existe,
y que también existe el diablo,
lo real lo hace más verídico,
y a lo falso lo hace más ficticio,
sólo dame el recelo de tu alma,
y yo te daré mi sola calma,
que desparrama paz, luz y sosiego,
sólo dame el silencio,
y yo te daré a mis eternos labios sin decir adiós,
me quedo aquí,
como relámpago de luz en el cielo,
como tormento como en la fría tempestad,
como un Dios con ángeles,
y como un diablo con un tridente,
que no se debe tentar la huida en vano de mi cuerpo,
cuando en ser como el mar abierto,
y como un náufrago perdido,
me pierdo en sus aguas tormentosas,
me quedo aquí,
como el horizonte abierto al mar,
me quedo aquí,
como una herida sin cura,
como un amor que jura,
y que amará toda la vida,
me quedo aquí,
como el frío en invierno,
como calor en verano,
como hojas en otoño,
como rosas en primavera,
me quedo aquí,
como Saturno va a Tierra,
como Júpiter ve a la luna,
y como Venus ve al amor,
me quedo aquí,
es como sucumbir en un deseo,
en un bien por ver,
me quedo aquí,
como Mercurio en Saturno,
cuando arde el calor sobre mi mundo,
y me pierdo como intraterrestre,
deseando ser un extraterrestre,
y gana el cielo como el bien,
y gana el infierno como el mal,
me quedo aquí,
como transeúnte que pernocta,
en el camino con luz descendente,
el alma camina al filo del corazón,
dejando razón,
como cometa de luz,
si soy como la oscuridad,
abriendo ojos con claridad,
porque o sino no veo lo que debo de ver,
en el afán de creer,
en la creencia por una ausencia,
se debate una conmísera luz,
y que advierte amor,
pero, me quedo aquí,
es como la intrascendente luz,
y que atraviesa mis ojos llenos de luz,
y si soy como la fe,
y si soy como el café,
mezclado con leche,
sabrás que no soy ni blanco ni negro,
soy como el trigo,
como del color amarillo,
morena con el bronceado del sol,
y como el alma con luz,
me quedo aquí,
pues, mi rumbo queda sin destino,
y mi camino sin desatino,
cuando ocurre la camorra,
ideal y sin ser tan errónea,
quedo como la idónea luz,
intacta, inmóvil e inerte,
me quedo aquí,
pues, mi mundo arde como el fuego,
y si en el juego del alma y el corazón,
hay un amor vivo,
sabrás que me quedo aquí,
cuando hurgas mi tiempo,
y si sabes dónde está Dios,
sabrás que también sabrás dónde estarás tú,
deseando bien o mal,
sólo me quedo aquí,
y como un altercado frío,
en que el invierno se deshace con el infierno,
y el infierno arde como el ocaso,
con el sol a cuestas,
de la sola razón,
y me pierdo como buscar al horizonte,
cuando me llama una voz,
pero, sólo me quedo aquí,
cuando no veo al horizonte,
sino a quién me llama,
y es Dios que clama,
una fe,
un café,
y una leche,
para poder solventar con sed,
la amargura que llevo yo,
y siendo en soledad,
me pierdo en libertad,
cuando Él pide justicia,
y me quedo aquí,
contra un mal,
que se aqueja de un sólo bien,
y que le otorga mi solo corazón…
Por: Srta. Zoraya M. Rodríguez
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