Cuán importante se vuelven tus palabras,
Cuán lenta se vuelve mi espera,
llegan los segundos estrellándose contra mi frente,
haciendo de mi vida un delirio
y del delirio una grandeza.
Me vuelvo dependiente
de los sucesos que ocurren a mi alrededor,
me empieza a interesar por primera vez en la vida
creciendo al mismo tiempo y con la misma velocidad,
mi miedo a la tragedia.
Entiendo porque el trauma
condiciona nuestra visión del futuro,
volviendo a vivir en una cárcel
de barrotes de sangre
y de techo la noche oscura.
Quererte
es sentarme en el precipicio,
sabiendo que está otra vez
mi mente en el fatídico límite
o en el esplendoroso fin.
Aún así, acepto el sacrificio.
Y te entrego lo que soy:
el eco de una caída,
y te entrego lo que quiero ser:
barro y silencio