Un día vas a despertar para descubrir que aún respiras.
Los colores y tus dolores tendrán la misma intensidad.
Dirás que sí a cada pregunta y a toda caricia aún pendiente
mientras tu café simplemente se enfría al borde de una mesa,
como se enfrió entre nosotros todo mes, desde noviembre...
Te importará la lluvia sobre la ciudad y un talvez la gente.
Ya no habrá avatares cotidianos que desde tus pestañas
te asombren y entregarás todo tu bálsamo y tu presente
a quien lleve un sol en su mochila o un océano a cuestas.
Pero amor mío...
Dejá ya ese cascarón vacío y bota esos escombros.
Nunca más temas a la alegría ni al invierno ya vencido.
Fíjate como ando yo: Tan lleno de mar escrito.
Ansioso como anda la lluvia sobre los campos.
Cosechando los malos y los buenos tiempos.
Esquivando los pájaros que traen y llevan treguas.
Hasta que me llegan las palabras y entonces, entonces si...
Agarro mi espejo y todo mi inventario de mago.
Salgo a soplar entre las fábulas citadinas y humanas.
Me embarro de la sal de la nostalgia que otros
descuidados tras de sí han dejado y echo a andar.