Ely.M.

Corazón

 

Se habla del violento y salvaje corazón.
Pero, ¿qué hay de aquel pecho
carcelero?
¿Qué hay de aquella conciencia que lo juzga?
O de la razón que lo reprime y le ordena.
¿Qué hay de aquellas venas a las que está atado,
que solo succionan día y noche
de él?
¿Qué hay de los ojos que lo confunden,
de aquella respiración agitada
que lo exalta?
De todo lo imaginario que crea la mente
y lo hace débil o fuerte,
lo hace triste o lo hace alegre,
lo hace volar o estrellarse.
Todos sabemos que no hace pausa, que tiene su propia marcha.
Es tan independiente y a todos les hace falta.
Es como la sal o el azúcar.
Es como las nubes al cielo y las huellas al suelo.
Es como las horas al reloj y las fechas al calendario.
Como las raíces a las plantas.
Como el brillo de la luna lo es del sol.