Apagados Nudos
Embriagan de Soledades y Tristezas
a la Nebulosa Lengua Ardida
de los Mitológicos Dioses.
Negras Pedradas Silentes
en el Alma Siento,
Cuando la Luna Amanece
Desteñida
Y el Ocaso Agiganta
el Atroz Rugido Urdido,
Desterrado
en mi Garganta.
Es el Pavor Roto del Mundo.
Es la Aniquilación del Ser
Por esas Madrugadas
que Muerden a las más Borrosas Sombras.
Es la Puñalada Asesina
que sin Pretensiones
Arden en la Cara de la Nada.
Y en las Cunas Adormecidas Lerdamente
en las más Bajas Sin Murallas.
Es la Sonora Vida que se Apaga.
Es la Mezquindad que Pulula Arbitraria
En el Ser
y en el Orbe.
Es el Embrujo que Sutil
Chapalea entre Lodos y Barros.
Es la Cruel Realidad
Disfrazada de Angélicos Ángeles
en Guerras.
Es el Espasmo Descontrolado
que Bebió la Copa
Desteñida de tu Espíritu.
Es la Sin Razón del Vacío
de tu Rostro,
Y el Aroma Azul que Dormido
Ya!
Murió...
(Patricia)