En la mañana de aquel parque, bajo el sol en armonía,
dos corazones nos encontramos, tú y yo,
en un abrazo cálido y constante,
tejiendo sueños en este mundo de rebeldía.
Niña de cabello suave, y risas en cascada,
nuestros corazones latieron al compás,
dos almas gemelas en la alborada,
encontrando juntos nuestro dulce solaz.
Allí fue donde nació nuestra historia,
escrita con la tinta selecta del amor más puro,
Aquella mañana, testigo de nuestra gloria,
El destino nos tendió un auténtico apuro.
Prometimos amarnos y ser auténticos,
bajo aquellos árboles que testigos fueron
Allí, en el amor comprometidos,
las ramas de nuestro amor también se extendieron.
Nos abrazamos con gran intensidad,
fuimos, en amor eterno sumergidos sin piedad,
en aquel parque que fue testigo con su serenidad,
llenó nuestros corazones con la miel de la felicidad.