Escribí una carta a nadie, a quien encuentre entre mi sien las conjeturas de mis actos,
quien encuentre la voluntad entre mis dedos y la ponga entre las costillas,
que más lleno está un cajon vacío;
quien en la súplica halle mi garganta y
en mis órbitas el escozor.
No hay espigas donde estoy
ni piedra para tallar mi nombre,
apenas desamores
de primaveras e inviernos,
donde hay tumbas sin ataúdes.
Escribí muchas cartas a nadie, una cada vez que enterraba a los hombres que fui.