En el vaivén de las cicatrices del corazón, nos encontramos tú y yo, dos almas en desdén, cargando el peso de decepciones pasadas, como estandartes de nuestra lucha sin fin.
Nos miramos y reconocemos en el otro, las heridas ocultas, los sueños rotos, caminando por senderos de desilusión, buscando la luz en medio del abandono.
Nos merecemos, susurramos en silencio, como un eco que resuena en la eternidad, porque hemos conocido el frío del invierno, y anhelamos el calor de una nueva alborada.
Nos merecemos, porque hemos aprendido, que el amor es más que una simple promesa, es la fuerza que nos sostiene en la tormenta, y la esperanza que nos guía hacia la certeza.
En nuestras miradas se refleja la verdad, que juntos podemos sanar nuestras heridas, que el amor que nos une es la redención, y en nuestros brazos encontramos la vida.
Así que levantemos nuestras manos al cielo, y brindemos por el encuentro del destino, porque en este caos de amor y desconsuelo, nos merecemos, tú y yo, el uno al otro.
Nos merecemos, no por nuestras perfecciones, sino por nuestras imperfecciones compartidas, porque juntos somos más fuertes que solos. Nos merecemos.