Antonio Leyva

AƱoranza

Por dañar a quien me quiere y por querer a quien me daña,

Me acompaña esa guadaña de los besos cuando mueren,

De los versos cuando hieren, del alma cuando se extingue,

De aquel que ya no distingue entre anhelo y mercaderes.

 

Por buscar a quien me evita y evitar a quien me busca,

Niego yo a esta vida brusca y a esta fe que debilita,

A esta rabia que me habita, a esta hiel que me consume,

Por no olvidar el perfume de esa puta flor marchita.

 

Por llorar en el silencio y por callar cuando alguien llora

Ya tu rostro se evapora y se pervierte tu semblanza

Y la vida se abalanza, y el tiempo no recompensa

Mente vil, absurda, intensa, que enloquece de añoranza.

 

Entre anhelo y mercaderes, de aquel que ya no distingue

Del alma cuando se extingue, de los versos cuando hieren

De los besos cuando mueren, me acompaña esa guadaña

Por querer a quien me daña y por dañar a quien me quiere