Por dañar a quien me quiere y por querer a quien me daña,
Me acompaña esa guadaña de los besos cuando mueren,
De los versos cuando hieren, del alma cuando se extingue,
De aquel que ya no distingue entre anhelo y mercaderes.
Por buscar a quien me evita y evitar a quien me busca,
Niego yo a esta vida brusca y a esta fe que debilita,
A esta rabia que me habita, a esta hiel que me consume,
Por no olvidar el perfume de esa puta flor marchita.
Por llorar en el silencio y por callar cuando alguien llora
Ya tu rostro se evapora y se pervierte tu semblanza
Y la vida se abalanza, y el tiempo no recompensa
Mente vil, absurda, intensa, que enloquece de añoranza.
Entre anhelo y mercaderes, de aquel que ya no distingue
Del alma cuando se extingue, de los versos cuando hieren
De los besos cuando mueren, me acompaña esa guadaña
Por querer a quien me daña y por dañar a quien me quiere