El cielo está aún más lento
de lo normal
aquí dentro
y mis letanías sobre ti
desordenan tanto la habitación
que el abstracto quemazón
de tu ida
en este día ventoso
hacen la casa infinita,
a servidumbre
de una lealtad
nunca pronunciada
tu distancia me visita
con palabras
que ya no quieren hablarme
y parezco cada vez mas
mi sonrisa cenicienta
cuando el beso original
que has elegido
me alcanza exhausto
a sabiendas que tu voz se eclipsa,
desde ahora
solo me queda intemperie,
el miedo pueril a la muerte
para asistir con vida a la propia vida.
Pero seré preciso
como pedías,
idearé un susurro incierto
para amarte,
aunque sea angosto, oscuro
e insuficiente
para que vuelvas
con la aventura en los labios.
Aunque rumie el océano
como aprendiz de la duda
sobre nuestra esperanza mustia
de amarillenta escucha
y macilento despertad.