Mi sangre circula como virginal torrente,
entre la honda arboleda de mis años,
prendada de mis confidencias,
cautivada por los asustadizos amores de mi infancia.
A través de desiertos atestados de apariciones,
de pechos encarnados, desvestidos de incitaciones,
se manifiesta mi sangre como magma pagano,
reclamando el atuendo de remordimientos ancianos.
Como si fuese la fuente de verdades insaciables,
fluye su murmullo con opulenta altivez,
convirtiendo la piel en granito alcalino,
para entrar en la noche sin temores ni olvidos.
Buscadora del infinito entre bosques sombríos,
evapora las lágrimas consolando las canas,
socavando el tormento de sueños olvidados,
de urnas de amor que defraudaron con el tiempo.
Mi sangre circula como virginal torrente,
colmando las pupilas de bellezas sublimes,
de la madre y el infante adormecido en su pecho,
de los versos sencillos esculpiendo lo eterno.