Sin lágrimas, sin penas, sin metáforas,
escribiré mis versos
sin tintes de nostalgias;
que lleven del recuerdo los instantes
que solamente tratan
hacer de mis amores inventario
de aquellas horas plácidas
repletas de gloriosas fantasías
que un día me llenaran
de música que trae los acordes
de mágicas tonadas
que expresan del amor su fuego ardiente
con sus místicas flamas;
igual que del arcano los fulgores
que alumbran la mañana
oyendo de los hombres su alborozo
por esas noches largas
que dejan esas huellas imborrables
que nos quedan grabadas
lo mismo que los rayos de la luna
cuando acaricia el alma.
Pretendo que mis cantos cual guirnaldas
jamás vistan de negro,
y lleven de ilusión la gran fragancia
que amor eterno inspira,
y viajen del ensueño en blancas alas
y al infinito lleguen
cantando con deleite las hosanas
de los días de gloria
que oía en sus sonrisas dulces arpas
que tocan las nereidas
llevando los arpegios que manaban
los sublimes afanes
de aquellas mariposas que extasiadas
me dieron con sus labios
la gloria inmarcesible de sus gracias
de célicos orígenes,
que fueron de pasión fulgentes lámparas
en cuya flama ardían
las lumbres más divinas y fantásticas
que un día me ofrecieron
pasiones desbordantes y mesiánicas
que llenas de ansiedades
me dieron del amor sus rosas blancas.
Autor: Aníbal Rodríguez