¡Qué extraño! Y cuánto me extraña,
que no encontraras mi nido,
que fueras a tierra extraña
dejando el nido vacío.
¡Qué extraño! Y a mí me extraña
que no hayas dado conmigo,
yéndote a una tierra extraña
en busca de otros destinos.
¡Qué pesares me cortejan
junto a mi melancolía;
qué tristeza, amada mía,
va corriendo por mis venas
y no viste que crecía
mi dolor a rienda suelta!